junio 15, 2018

LA SALUD MENTAL EMPIEZA EN LA INFANCIA

Los primeros años de la infancia son los más importantes para una persona, estos años son el mejor seguro de salud mental, por tanto se recomienda a los padres enseñar que la vida es compleja y hay mucho momentos que no son perfectos. Educar a tolerar y aceptar que la cosas a veces van mal es necesario.

Los primero años de vida de una persona son el mejor seguro de salud mental

Es primordial pasar tiempo con nuestros hijos, no tiempo de calidad como se quiere a veces hacer creer a los padres, sino tiempo, simplemente tiempo. No sólo es necesario la presencia de los padres cuando son niños, también en la adolescencia, ya que en esta etapa aunque no lo quieran demostrar aún necesitan su presencia.

También se considera importante comer y cenar juntos, “porque aún sin preguntas directas, les vemos y sentimos cómo les va, y se pueden detectar cosas”.
Sobre la consideración de enfermedad que se da en la actualidad a trastornos o manifestaciones que no lo son, González Serrano opina  que es un “riesgo” de la sociedad de hoy en día derivado de que se vigila más el bienestar emocional de los menores en comparación con hace 40 o 50 años atrás.

Estos cambios están vinculados a las expectativas e ideales que se crean a los menores y que no se corresponden con la realidad, pero también a las nuevas condiciones de vida, entre las que ha citado la escolarización universal que, pese a ser positiva, hace aflorar a un 20-30 por ciento de menores que no aprueban ni se comportan como el resto.

Los adolescentes que se quedan en casa, es una señal de alerta de que el menor está perdiendo interés y esperanza en la vida

En relación con las nuevas tecnologías, el reto es conseguir que los padres vigilen su uso en la infancia, como vigilan su alimentación, pues “a veces les dejamos desamparados en este ámbito desde muy temprana edad y tenemos que acompañarles”.

Existen dos síntomas claros que deben alarmar a los padres sobre el hecho de que su hijo necesita ayuda: uno es el uso de la violencia, “que comunica que al adolescente le está pasando algo que no sabe gestionar”, y el aislamiento de los que se quedan encerrados en casa y, a menudo, enganchados a las nuevas tecnologías.

Esta última circunstancia se ha duplicado en los últimos años, porque son menores que pasan desapercibidos, no molestan y son bien tolerados porque se quedan en casa y así no beben alcohol, ni fuman, pero es una señal de alerta de que el menor está perdiendo interés y esperanza en la vida, y así cae en depresión. Aquí los padres tienen que estar muy atentos.

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